Hace unos pocos meses escribí una entrada en este blog en la que describí la forma en que hacía las cartelas para una exposición. El método, aunque eficaz, es un tanto engorroso, por lo que me puse a buscar alternativas.
La solución a lo que buscaba es una impresora de etiquetas. Simple, económica y efectiva. La marca y modelo que adquirí es una Brother QL-500 (de segunda mano, descatalogada, y que ha sido sustituida por la QL-500A). Es muy sencilla de instalar e imprime etiquetas de hasta 62mm de ancho. Hay etiquetas precortadas de 100mm de longitud o rollos de cinta continua para que se pueda imprimir la longitud que uno quiera.
Las etiquetas son adhesivas y se pueden pegar sobre una base de cartón o de «pluma» haciendo con ello la típica cartela. Hay otra opción que es adquirir cinta de etiquetas removibles (al estilo de los típicos «post-it») que se pueden pegar directamente a una pared y luego, al final de la exposición, quitarlas. No dejan marcas.
La impresora se gestiona con un programa de Brother denominado P-touch Editor que permite confeccionar la etiqueta de mil maneras posibles; se pueden incluir imágenes (fotos, logotipos), diferentes tipos de letra, enfatizados, etc… También imprime códigos QR y de barras (generados por el propio programa). Es un potente editor muy sencillo de usar.
La Brother QL-500A es barata y en Amazon se compra hoy por 47,30 euros. Es una inversión que realmente merece la pena si no se quieren complicaciones a la hora de hacer cartelas.