Hace como mes y medio me decidí a comprar un Sigma Art 60mm/2,8 para mi sistema Olympus. Me asustó. Al llegar a casa con él y desempaquetarlo me percaté de que hacía un ploc ploc interno al agitarlo suavemente. Jamás, tal cosa, me había ocurrido con un objetivo pues sonaba literalmenta a una de las maracas de Machín.
Alarma general. Como era nuevo llamé por teléfono a la tienda y ahí me explicaron que era normal, que hacía ruido pero que el interior -aparentemente suelto- engranaba al encender la cámara. Era cierto y así lo comprobé buscando por internet posteriormente.
Se trata de un objetivo de construcción metálica y muy bien acabado. Es espartano, hasta el punto de que algunos llegan a «tunearlo». Ningún toque de color salvo el punto rojo que indica su acoplamiento a la cámara; de puro «feo» hasta me parece bonito, bien diseñado. Su montura es también metálica lo que es de agradecer. Incorpora de serie un parasol. No es caro, más bien barato, y se puede conseguir por unos 160 euros o bastante menos.
El caso es que lo compré para retrato y hace poquitos días lo probé en una sesión en estudio. El resultado me chocó un tanto ya que no es que sea paradigma de la nitidez extrema. La foto que pongo como prueba (de varias hechas en la sesión) está hecha a 1/200″, a f:8 e ISO 80. Se arregla con una ligera máscara de enfoque pero me esperaba, la verdad, algo más de definición.
Siento discrepar, Román, perro lo veo con buena caliadad, el enfocado lo veo un poco artificioso; lo que demuestra una vez más, que las apreciaciones van acordes con el observasdor
Está claro Carlos. Es un resultado totalmente equivalente al del zoom 40-150mm de Olympus. Para una óptica fija esperaba un mejor rendimiento. Un abrazo.