Como a cualquier río que discurre plácidamente se le podrían aplicar los versos de Gerardo Diego dedicados al Duero. Si bien éste cruza como una saeta la frontera entre España y Portugal el Miño, por contra, lame su cauce fronterizo como queriendo sanar su propia cicatriz..
Aquí, en la foto, la presencia de los meandros evidencia su tranquilo discurrir entre las dos feraces orillas. Me quedé un rato contemplando el paisaje ensimismado en historias de los tiempos pasados.
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