No era mi idea el titular de esta forma la entrada, me lo sugirió un amigo. Simplemente pensaba poner un par de fotos de una cosechadora ya que estos ingenios me llaman la atención por su forma y dimensiones.
Hay que retroceder dos meses y medio en el tiempo y trasladarnos a La Bureba (norte de Burgos). Volaba un drone y él solito se me escapó. Quedó fuera de control. Vi impotente como se marchaba, volaba por encima de un pueblo y desaparecía detrás de él. Hace hoy cuatro días apareció en una finca de trigo que estaban cosechando y, las cuchillas de la cosechadora, le pasaron por encima. Quedó literalmente desmembrado entre el golpe de la caida y el acuchillamiento, aunque unas pocas piezas resulta que están operativas. Algo es algo…
La que mató a mi drone pudo haber sido tranquilamente la cosechadora de la foto. El ingenio descansaba en el centro del pueblo listo para volver a los campos de trigo. Cuando el conductor lo controla me recuerda la novela de Herbert George Wells «La guerra de los mundos» y la película del mismo nombre. Son aparatos grandes, muy grandes, controlados por un hombrecillo que va en su carlinga. Poseen cortes de 10 metros o más de largos y se mueven lenta e inexorablemente por los campos de trigo. Los tractores con sus remolques esperan pacientemente a que las cosechadoras llenen sus depósitos con el grano y, luego, lo vierten en los remolques. Tras ello a continuar cosechando en esa u otra finca en un trasiego que dura un mes y medio.
Bueno, el aparato marciano encontró mi drone. Hay que conformarse.