Antaño, cuando uno iba a comprar una cámara, salía de la tienda (o cruzaba la frontera de Andorra) con una flamante 35mm. Los mortales comunes no sabían que existían otros formatos que, mayormente, habían quedado relegados en el tiempo para el usuario doméstico: por ejemplo el formato medio -con películas de 120 ó 220- que producen fotos de tamaño en negativo de 6×7, 6×6 o 4,5×6 centímetros. Son formatos usados casi exclusivamente en el mundo profesional (hoy en día, pese a lo digital, se siguen usando… por algo será).

La Bronica totalmente montada en dos vistas laterales. Las imágenes incluidas en esta entrada son de libre uso bajo mi ©.

A lo largo de su historia Bronica tuvo muchos modelos que abarcaron los tres formatos principales: 6×7, 6×6 y 4.5×6. En el caso de la serie ETR (4.5×6) hubo cuatro modelos: ETR, ETR-C, ETR-S y ETR-Si con pequeñas diferencias entre ellos. La filosofía en todos ellos ha sido la misma.

Si una cámara réflex de 35mm ya valía una «pasta», ni imaginar lo que costaba una cámara de formato medio con sus grandes objetivos. Era otro mundo que comúnmente se veía nada más que al cuello o al hombro del fotógrafo de bodas. En esas cámaras no existía miniaturización. No hacía falta. Tampoco existían florituras tecnológicas ya que -para un profesional- los controles normales llegaban y bastaban. Eran de uso mayormente manual aunque, con el tiempo, se les fueron incorporando diferentes automatismos a algunos elementos.

Tres vistas del cuerpo de la Bronica ETRS. La palanca desplegada es el arrastre de la película, levantamiento de espejo y montaje del obturador. La palanquita es un bien escaso por lo que se debe procurar que acompañe al cuerpo. De lo contrario no se escandalizan en pedir 40 ó 50 euros por ella.

La pantalla de enfoque en el cuerpo central. Es intercambiable con extrema facilidad por cualquiera de los diferentes tipos fabricados por Bronica. También se ven los contactos dorados que permiten el uso de fotometría si usamos un visor el tipo AEII o AEIII. Recomiendo el AEIII, bastante más caro que el otro, pero muchísimo más preciso en la lectura de la luz. A mayores tiene medición puntual y memoria.

Existía la mítica Hasselblad que estuvo de paseo por la Luna. Esa cámara era «lo mejor, de lo mejor, de lo mejor» como la expresión de la película «Men in Black». Las Rollei, con la emblemática Rolleiflex, Yashica Mat, Pentax, Mamiya, Fujifilm, Pentacon, Salut, Kiev, Lomo, Holga, etc… y la Bronica. En lo que respecta al formato medio he tenido una Pentax 645 y varias bronicas (en diferente tiempo, no juntas).

El «back» o respaldo es donde se aloja la película. Llevan una lámina metálica deslizante que lo cierra herméticamente a la luz por lo que, en un instante, podemos intercambiar respaldos con diferentes tipos de película. En un par de pruebas de poner la película se adquiere la práctica necesaria.

La Bronica es una cámara que me encanta por su tamaño, robustez, fiabilidad y que monta unas ópticas excelentes. Además me gusta, dentro de sus modelos, el formato 4,5×6, más que el cuadrado 6×6 para la composición de la escena. Los cuerpos de Bronica son excelentes y más los primeros que salieron al mercado muy a principios de los años 60; eran maquinaria de pecisión prácticamente suiza. Las primeras ópticas fueron soberbias, fabricadas por Nikon; más tarde hubo otros fabricantes como Carl Zeiss Jena (DDR), la propia Bronica o, incluso de Tamron. Bronica, al igual que otras marcas (no todas), posee un concepto totalmente modular con elementos intercambiables en una familia de cámaras. Eso es importante ya que un visor, por ejemplo, nos vale tanto para una ETRS, ETRSI o una ETR. Quien dice lo del visor también lo puede aplicar a los «backs» (contenedores de la película intercambiables), objetivos, empuñaduras, cristales de enfoque, etc.

El Zenzanon 75mm/2,8 PE. Es la óptica «normal» en formato medio (75 u 80mm). Es una objeivo de una calidad extraordinaria y dentro de los diferentes modelos el PE es el de más calidad.

Seiko hace relojes pero también hizo obturadores electrónicos. Una garantía de calidad.

Hoy por hoy, al precio del mercado analógico si quieres puedes comenzar directamente por una cámara de formato medio y obtener una calidad extraordinaria en tus fotografías. Es el mundo de las ampliaciones grandes y de la definición. El formato medio no es para hacer fotografía «con prisa»; es un concepto bastante diferente al de la película de 35mm ya que, en aquél, la fotografía debe de ser pensada previamente y llevada posteriormente a la práctica. No es una tontería lo que digo: la película de 120 da para 12 fotos y la de 220 para 22 fotos. No es cosa de andar «tirando» a diestro y siniestro.

Todo son ventajas en el formato medio con la excepción del tamaño y transporte de las cámaras. Una característica extremadamente importante de Bronica es que el obturador está en las ópticas (obturador central) y ello permite que el flash sincronice a cualquier velocidad (desde 1″ a 1/500″). El obturador está controlado electrónicamente y, para eso, la Bronica lleva una pila. En el caso de que la pila se agote no quedaremos «colgados» y la cámara disparará mecánicamente a 1/125″. Esto es garantía de éxito.

La empuñadura es un accesorio muy útil que incorpora un gatillo de arrastre de la película y una zapata para un flash. Para usarla hay que quitar previamente la palanca de arrastre del cuerpo, se introduce la empuñadura en una guía y listo. Es muy sencilla su colocación.

Película de 120 usada por la Bronica. Al ser muy ancha y flexible, al menos para mi, su ubicación en una espiral Patterson es un dolor a oscuras.