En ópticas nunca me han gustado tres cosas: los objetivos de la marca Sigma (salvo la más que honrosa excepción de su 70-300mm, del que hay tres versiones), las monturas de plástico, y los denominados ultrazooms. Por una parte, la calidad de las ópticas Sigma, dejaba -al menos en el pasado- bastante que desear en comparación con otras marcas; por otra, los ultrazooms, de los cuales había probado en mis épocas DX el famoso Nikkor 18-200mm VR, me parecieron simplemente una solución de total y absoluto compromiso para aquellos que quieren llevar el menor equipo posible durante un viaje.
Tengo, sobre los ultrazooms, una opinión negativa y, además, una entrada dedicada en este blog en la que me despacho a gusto sobre ellos. Sigo reafirmándome en lo que escribí hace bastantes años, en un primitivo blog que tuve, y cuya entrada trasladé a éste. La entrada en cuestíón está AQUÍ.
Pero…
Hace poco tiempo adquirí, como segundo cuerpo de cámara, una Nikon D300 de segunda o tercera mano (más bien creo que de tercera). Se lo compré a una amiga fotógrafa con el fin de aprovechar el factor de multiplicación que tiene el sensor DX con respecto al formato completo y, también, para aprovechar la «mayor» profundidad de campo que ofrecen los sensores «recortados» frente a los «full frame». También la compré para sacarla de paseo, en algunas ocasiones, en vez de llevar de la mano mi equipo principal: una Nikon D800.
El problema de tener dos sistemas (DX y FF) es que las ópticas de FF quedan «largas» para el formato DX; me explico: Si un objetivo zoom para FF empieza en 24mm, en DX se comporta como si empezara en 38mm. La función angular se pierde por completo. No queda otro remedio que adquirir objetivos adaptados al formato DX y a su factor de recorte.
Como la «nueva» cámara es para lo que es me planteé adquirir un objetivo de uso general que complementase a un Tamron 11-18mm que compré previamente. Tras sopesar varias alternativas que me ofrecieron en tienda me decanté por un Sigma 18-200mm. Es cierto, donde dije digo digo Diego.
El Sigma 18-200mm/3,5-6,3 DC:
Es un objetivo de amplio rango focal (una relación 1:11,1), no estabilizado, que abarca desde un angular muy moderado (18mm, 27mm en FF) a un tele intermedio (200mm, 300mm en FF). que es apto para la mayor parte de situaciones fotográficas que nos vayamos a encontrar. No es luminoso, al menos en su mayor focal, ya que su apertura máxima es de F:6,3; esto implica que, en situaciones de luz baja, no queden más alternativas que subir el ISO, usar un trípode o, si la escena lo requiere, un flash,
Su construcción es puro plástico tal que, como hoy en día, la inmensidad de objetivos de los diferentes fabricantes. Es de tipo «G» ya que carece de anillo de diafragmas y en los que, su valor, se controla desde el cuerpo de la cámara. Incorpora parasol de tipo pétalo y viene con sus tapas delantera y trasera. La delantera es incómoda ya que para ponerla con el parasol montado hay que tener dedos finos y hacer malabarismos; debía haber sido de pestañas accionadas centralmente en vez de en forma lateral (para paliar el problema acabo de compar 10 tapas de 62mm en China por el irrisorio precio de 4,75 euros. Es una medida estándar y siempre tendrán utilidad).
Incorpora una pestaña que sirve para bloquear el zoom y evitar que accidentalmente se extienda (lo que nuestros primos anglosajones llaman «creeping»). Tiene enfoque interno, por lo que el frontal no gira y permite el uso de polarizadores circulares. Poco más que contar de él solo que es compacto, ligero y, al menos, no parece endeble. ¿Sellados?, no.
En operación:
A continuación pongo unas pruebas del Sigma y unas conclusiones. No son acto de fe ya que cada cual sabrá lo que necesita y cuál es el precio dispuesto a invertir en una óptica de este tipo.
18mm/8
Hay deformación en barrilete en las líneas verticales pero no es extremadamente acusada. Se corrige de forma automática con el Photoshop ya que incorpora este objetivo en su base de datos. Foto abierta directamente del RAW.
55mm/8
Existe una ligera deformación en cojín en el margen izquierdo de la foto. Curiosamente el margen derecho no presenta deformación aparente (o yo no la observo).
78mm/8
Al igual que en el caso anterior existe una leve distorsión en cojín en el lado izquierdo que se extiende hasta la farola. En el lado derecho se observa una distorsión en barrilete (se observa muy bien en lo más alto del edificio).
95mm/11
Líneas verticales en el centro de la imagen son prácticamente perfectas.
135mm/8
En una zona de alto contraste aparece una aberración cromática muy ligera de color magenta.
200mm/8
A pulso. Resuelve perfectamente la imagen. No es la definición perfecta pero una ligera máscara de enfoque resuelve la situación (recorte inferior de la foto).
Viñeteo:
Ligerísimo o inapreciable en todas las focales que he probado.
Resumiendo:
Evidentemente no es una prueba de DxO ni de Photozone pero para mi es lo suficiente para comprobar algunas cosas. Tiene un buen rendimiento de color con tonos cálidos. No está libre de deformaciones geométricas de varios tipos: barril y cojín e, incluso, a 78mm quizá se podría hablar de distorsión en mostacho (algo así como el baile de San Vito en las líneas). No es un objetivo para ser usado en fotografía arquitectónica, ni creo que Sigma haya pretensido tal cosa. En general, las distorsiones son mayormente corregidas en Photoshop y en forma automática como dije antes.
La definición, en general, es bastante buena. Sale airosamente en todas las fotos. Hay que aplicarle una ligera máscara de enfoque y la foto queda perfecta. No se le pueden pedir peras al olmo a un objetivo que vale nuevo 150 euros.
Controla muy bien las aberraciones cromáticas. Son muy ligeras y muy fáciles de corregir en post proceso. He tenido objetivos de bastante más de mil euros sumados a su precio que tenían aberraciones más acusadas de este tipo.
Y, como conclusión, decir que es un objetivo que sobrepasa las expectativas que esperaba de él. Es eficaz, que es lo que le pido, y se comporta bien -o razonablemente bien- en casi todas las focales de la prueba, sin ser notable en ninguna de ellas. No anduve probando con valores de máxima apertura ya que, como se sabe a priori, el resultado no sería bueno en ningún caso.
Viendo lo visto ¿volvería a comprarlo?. Si, sin duda, por el precio dicho tres párrafos arriba.
Aternativas económicas:
El Tamron 18-200mm/3,5-6.3 XR Di II LD ASL (IF) que anda también por los 150 euros en Amazon y la gente parece contenta con él.
Este blog tiene suscriptores y, de vez en cuando, los mareo con «falsos positivos»; es decir, me equivoco de botón cuando quiero guardar un borrador de una entrada y resulta que la publico sin terminarla. Mis disculpas por ello.
Esto me sucedió -una vez más- por la mañana. Carlos Valcárcel, un fiel seguidor del blog, leyo lo que estaba sin terminar (la entrada sale publicada automáticamente por e-mail a los suscriptores) y en seguida me contestó. La entrada la había borrado por lo que el comentario de Carlos se hizo en otra entrada que no tiene nada que ver con ésta. Guardé ese comentario y lo reproduzco a continuación:
«Querido amigo Román : Tienes un olvido, al referirte a los objetivos Sigma. El macro de SIGMA, totalmente metálico y de una construcción impecable, en su dia, solo era aventajado por el mismo, Canon, pero el de Nikon, se encontraba muy disminuido, respecto al Sigma, de formas ta, que en estos objetivos era el 2º del mundo mundial el de Sigma. Yo lo poseo, que uso para hacer mis reproducciones de negativos, siguiendo tu procedimiento inigualable, y obtengo una copias de un detalle increible, que en nada envidian al mismo negativo original. Esto es bueno que lo sepa la gente, ya que aún precio inferior, mejora mucho el de Nikon, con su merecida fama.
Tu amigo, que no te olvida
Carlos Valcarcel. »
Te contestaré Carlos. Ahora me tomo un descanso 🙂
Bien Carlos, retomo el hilo. Como se recuerda, en los años 70 y 80 los fabricantes se esmeraban en ofrecer productos con acabados metálicos. Éstos, por coste de producción se fueron abandonando por los policarbonatos que no dejan de ser robustos y ligeros pero han hecho perder el encanto de los objetivos «clásicos». El «macro» que dices de Sigma no lo conozco pero me resulta dificil asimilar que era de mayor calidad óptica que el 55mm Micro Nikkor (fuese el 2,8 o el 3,5) o, también, que el Micro Nikkor 105mm de enfoque manual. He probado bastantes objetivos Sigma y ninguno me llegó a satisfacer completamente ni en definición ni en acabado. Incluso he tenido el 105mm Macro y lo cambié por el Tamron al cabo del tiempo. Por contra he preferido siempre los objetivos Tokina que se han mantenido fieles a unos acabados muy buenos y unos rendimientos ópticos bastante notables. No intento discutir que ese objetivo que citas, en concreto, sea bueno pero lo que si te digo es que de los que he tenido en mano y probado (bastantes más de los que pongo en»Técnica», arriba, en la cabecera del blog) no me han gustado. Evidentemente para gustos colores… 🙂 Un abrazo.
Por cierto, mejor que cualquier Nikkor, Canon u otras marcas el mejor y que es actualmente objeto de culto es el «Lester A. Dine» remarcado por varios fabricantes. Es un lujo de objetivo macro de enfoque manual.
Por aquel entonces, los tres lanzaron estos objetivos. En una tabla comparativa, con todos los graficos habidos y por haber, venían muy claramente las lineas de distorsiones de los tres, en diversos diafragmas.
. Y el Nikor, era en aquel entonces muy distante del Sigma. Pero era entonces. Hoy supongo que habrán corregido aquel fallo.
Un abrazo.