Esta entrada va de burros… más bien de burritos pues ese es el nombre que se les aplica a los colgadores de ropa que se pueden trasladar y mover. Son los comunes que se ven en las películas por la Séptima Avenida de NY empujados por el extra de turno.
Hace ya un tiempo en los basureros de al lado de mi estudio alguien tiró un burrito. Verlo y subirlo fue todo uno. Paró en la calle menos que el canto de un gallo. Es utilísimo para mis bodegones: puedo suspender luces, objetos, parafernalia, etc… de la barra horizontal. Al mismo tiempo lo puedo hacer avanzar o retroceder a voluntad por medio de sus cuatro ruedas de la base. Ha sido un regalo divino… el maná fotográfico.
El problema a la hora de iluminar u otros menesteres siempre estuvo complicado a la hora de querer colgar algo excéntrico a la barra horizontal pero, por la mano de mi buen amigo leonés Eduardo, el problema se solucionó de forma drástica.
Eduardo… «El Niño», en el argot, me regaló dos piezas de la base de anclaje de flexos articulados que en cuanto las vi se me pegaron a la mano. Eran las piezas justamente adecuadas para lo que necesitaba.





