La luz fluorescente -pese a sus problemas de carencia en el espectro cromático- siempre me ha gustado para iluminar bodegones. Es muy suave (incluso «a la brava»), homogénea y fácil de controlar. Algunos de mis bodegones están hechos en una cocina con iluminación fluorescente pero, el caso, es que no quiero hacer virtud de andar transportando todo a la cocina de mi piso-estudio para sacar una foto; quería un sistema de iluminación fluorescente para usar en un mini plató que tengo habilitado para fotografiar cosas pequeñas.
La solución la encontré hoy en un rastro. Por 17 euros compré dos plafones de techo -razonablemente grandes- con cuatro tubos fluorescentes cada uno. Cada uno solo necesita una lámina de metacrilato delante o de plástico traslúcidos, una columna de flash para colgar el sistema y todo controlado.
Una solución barata y eficaz para iluminar objetos. Eso si, dispara a una velocidad más lenta que 1/50″ ya que el número de ciclos de la corriente es de 50 Hz. Te evitarás sorpresas.