Ayer viernes visité la exposición antológica Xaime Quessada e o seu tempo que se celebra en centro cultural Torrente Ballester de Ferrol. El evento recoge un gran número de obras del pintor ourensano que recorren varios años y diferentes estilos adoptados por el artista; así, están presentes el impresionismo, el arte abstracto, el figurativo o el expresionismo.
Paseando por las varias salas que cubre la exposición, se observa que la temática que se recogió del autor representa aquellas etapas más oscuras de la sociedad moderna; no tanto por el tenebrismo de sus lienzos que, aunque dominante no es exclusivo, si no porque recogen el lado más oscuro, sórdido y cruel de nuestra sociedad.
Lo que vi es una amalgama entre Durero, El Greco, Goya, Picasso, técnicas dalinianas, que el autor acrisoló en sus lienzos. Irak, China, Pol Pot y otras escenas y escenarios penetran en la conciencia del observador como los «gritos» que titulan alguna de sus obras. El escenario no me ha sido nuevo, aunque si más dilatado en el tiempo, y me recordó la colección -más luminosa- de Botero y su Abu Ghraib.
Al salir, en la puerta del Torente Ballester, una amiga comentó: «menos mal que aquí se ve vida». Yo tenía la misma sensacion.