Uno de los momentos mágicos de una exposición es el del montaje. Se hace con la ilusión de que tus fotos van a quedar al resguardo de unas manos que han confiado en ti y en tu trabajo. Muchos de ellos son contrarreloj; son las cuatro y se inaugura a las 8. Instantes febriles en los que siempre hay algún detalle que hace saltar las alarmas: esta foto aquí no encaja y comienzan las permutaciones, falta un gancho, se me olvidó la masilla de pegar rótulos, aquella foto está torcida. Lo peor… un cristal o unos cristales rotos accidentalmente en el viaje. ¿Dónde hay una cristalería de guardia cerca?…
Paso a paso el montaje avanza. Al final la expo está montada antes de lo que uno pensaba. Queda tiempo… ¿hay una cafetería por aquí cerca?.
Texto e imágenes © 2007-2022 Román Montesinos, salvo indicación expresa. Todos los derechos reservados. All rights reserved.