Un amigo mío, farmacéutico, remodeló profundamente su botica. Ayer visité las nuevas instalaciones y me quedé «pasmo» al ver el grado de mecanización ultramoderna con la que equipó su rebotica. Entre rebotica y robótica solo cambia una letra pero ese simple cambio parece de ciencia ficción. Pides una caja de aspirinas y simplemente teclean en el ordenador del mostrador el producto. Un brazo robótico articulado empieza a moverse y, con precisión absoluta, coge tiernamente la cajita de aspirinas y la deposita en un buzón; se coge y se entrega al cliente.
Son cosas que uno ha visto en reportajes del National Geographic o en Odisea. Es impresionante ver trabajar al robotijo y cómo ordena los nuevos productos que se le entregan. Lo hace todo él solito: ubicarlos, controlar su disponibilidad, caducidad, etc…
Don Hilarión ya lo decía en «La Verbena de la Paloma»: «Las ciencias adelantan una barbaridad».
Me queda la duda de si hace fórmulas magistrales o no, por el momento no me resistí y le pregunté a mi amigo: ¿dónde está el chino?…