De la mano y pluma de Francisco Puñal Suárez ha salido publicado en la revista chilena de humor «Humor Sapiens» una recensión de mi trabajo fotográfico a lo largo de los últimos años. Francisco Puñal es periodista, crítico de arte y fotógrafo -además de muchas cosas más relacionadas con el arte- y me tiene en su «objetivo» desde hace más de una década. Siempre ha sido amable con mi trabajo fotográfico y sabe que le estoy agradecido. Pinchando en la imagen se puede ver el artículo directamente en la revista.
Fue en el 2009 que pude disfrutar por primera vez de las metáforas visuales del fotógrafo gallego Román Montesinos, con su exposición “Esta guerra no prospera”, en la Asociación Alexandre Bóveda, de A Coruña. A partir de esa muestra me convertí en un fiel seguidor de su obra. La muestra presentaba composiciones inusuales e imágenes que, con una simbiosis artística, provocativa y desafiante entre diferentes objetos y símbolos, combinaban una mordaz ironía.
Desde ese momento, quede admirado del gran talento creativo y la imaginación desbordante de Román, por ser un consumado artista, que con sus fotos, llenas de humor y absurdo, creadas a partir de ideas que iluminan su mente, no dejan indiferente a los espectadores.
En aquella ocasión Román me expresó: “La fotografía es magia. Es modelar con el ojo y la mente. Es captar la atención de extraños y dejarles una impronta. La imagen es una poderosa herramienta de comunicación y de transmisión de vivencias, pensamientos, conformados según la realidad de quien los transmite”.
“El espectador ante mis fotos verá contingencias entre objetos y la suplantación de unos objetos y su marco original, por otros. Observará, en definitiva, otra forma de ver las cosas y su entorno, y podrá comprender que la visión de lo que nos rodea puede tener distintas interpretaciones o significados –manifestó Román
El interés de este artista no es fotografiar lo que ve sino crear los objetos que quiere fotografiar, imágenes preconcebidas mentalmente. Genera imágenes insólitas en las cuales objetos cotidianos son modificados dándoles un sentido poético, creando una dialéctica entre lo real y lo virtual
En aquellos años Román era profesor de geología y paleontología de la Universidad de A Coruña, (ya hoy en día está jubilado) y estaba muy acostumbrado a ver cosas que la gente no observa normalmente, evidenciar pequeños detalles, a buscar analogías, comparar, contrastar ideas…es decir todo aquello que es común a una actividad científica en la que la filosofía tiene gran presencia.
“El proceso de ver algo, de revelarlo, es como un “flashazo”.
“Puedes buscar o puedes ver directamente algo dependiendo del momento. Son asociaciones de ideas, cruces neuronales… chispas si quieres llamarle así. El instante final es la representación de la idea y eso puede resultar, en muchas ocasiones, bastante complejo”.
“En este punto ya intervienen herramientas, composiciones, cámara, objetivo adecuado… toda esa melé es ya, en cierto punto, independiente de la idea que ha surgido… es el lenguaje que hay que crear para expresarla”, asegura Román.
Nada es banal para Román y sorprende ver cómo sus fotos, donde emplea los más variados objetos para expresar sus conceptos, nos muestran un mundo singular que nos hace ejercitar la mente. Román ratifica con sus fotos que el humor es un asunto muy serio.
“Me encanta el humor gallego –dice-, que es muy parecido en bastantes rasgos al humor inglés, con mucha ironía y “retranca”, y lo empleo en mis fotos. El humor puede ser un espejo distorsionador de situaciones, actitudes, filias y fobias de nuestra sociedad, y pienso que es necesario ser crítico en lo posible. Ahora bien, no acepto el humor chabacano o hiriente sin más motivo que el de lastimar”, puntualiza .
Sus fotos han sido apreciadas en exposiciones realizadas en numerosas localidades de Galicia, también en León, Oviedo, Gijón, Cantabria, y en la Casa de Galicia en Madrid, entre otros lugares. También ha ganado aplausos internacionales en la Casa Museo del Humor de Gabrovo, y en Veliko Tarnovo, Bulgaria; en Chaves, y en Castelo de Paiva, Portugal y en Tabriz, Irán.