Las Merindades forman una extensa comarca situada al norte de la provincia de Burgos. Su origen se remonta al siglo X y son divisiones administrativas. Su nombre proviene de «merino», representante real que las administraba. Actualmente hay 27 merindades que coinciden con municipios, una información sobre ellas se puede ver en la página «lasmerindadesenlamemoria» o en «lasmerindades«.
Para acceder al sur de Las Merindades hay varias alternativas: por Oña y acceder a Trespaderne, por Busto de Bureba y acceder a Frías o por la carretera de Pancorbo al puerto de Orduña que flanquea varias merindades y conduce directamente a la de Berberana.
El límite sur viene marcado por un accidente geográfico que se extiende a lo largo de unos 30 Km, desde Pancorbo hasta Oña: son los Montes Obarenes. Este sistema es un límite natural que separa la comarca de La Bureba de Las Merindades. El cambio del paisaje es muy brusco: de la extensa y árida llanura de La Bureba, salpicada de colinas, se pasa a un paisaje feraz en el que el agua y la vegetación están siempre presentes. Es un microclima condicionado por los sistemas montañosos que rodean las Merindades.
Este mes de agosto visité nuevamente Las Merindades. Atraido por el románico, la comarca ofrece multitud de bellos ejemplos de este tipo de arquitectura. Mi primer trayecto fue desde Trespaderne hacia San Pantaleón de Losa donde existe una bella iglesia románica en lo alto de un curioso cerro. Pero aquí y ahora me referiré a una iglesia que me llamó la atención: la de Escanduso dedicada a San Andrés.
La iglesia de San Andrés de Escanduso es, digamos, una cucada. Es una iglesia-llavero; es decir, de lo pequeña que es se podría llevar como colgante de un llavero. Dicen que es la iglesia románica más pequeña de Europa (lo que equivale a decir del mundo); al menos, de España, lo es.
Escanduso es un pequeño pueblo con un bello paisaje en su entorno. A las afueras del pueblo y en la misma carretera se encuentra la iglesia. Tal parece que esté ocupando la cuneta de la carretera comarcal BU-561.
La iglesia es muy sencilla y muy reforzada externamente por gruesos contrafuertes que -en apariencia- no están en proporción con el tamaño del templo ni con su simple estructura. Presenta un solo ábside, un arco de medio punto, una pila bautismal y una pila para el agua bendita inmediata a la entrada. Dentro no hay ningún tipo de decoración, incluso las impostas del arco son totalmente lisas.
Hay un elemento que durante la restauración, realizada por los vecinos jubilados del pueblo, salió a la luz: una singular ventana geminada de tipo prerrománico (¿mozárabe?).
Los elementos internos son escasos: una altar actual, bancos y una bella talla de san Andrés dispuesta sobre un sagrario. Nada más. La sencillez extrema.
La belleza de esta iglesia no reside más allá que en su tamaño. Me contaba Amalia, vecina del pueblo que gentilmente me enseñó el interior, que la iglesia se encontraba en estado totalmente ruinoso y que el esfuerzo y la entrega de unos pocos vecinos jubilados hizo viable la reconstrucción por ellos mismos. Es triste ver nuevamente que la gente está por encima de sus dirigentes e instituciones (inclúyase a la Iglesia, de paso).