Si se lo plantea, a más de uno le sorprende la relación que existe entre Santiago de Compostela y el azabache, ese lignito duro que es susceptible de ser tallado y forma parte de complementos y ornamentos. En Santiago proliferan las tiendas en las que se venden abalorios de azabache finamente tallados y engarzados en plata. También está presente en la toponimia; así, la existencia de la plaza de la azabachería nos refiere a una antigua industria y a un antiguo gremio de artesanos.
En Galicia no hay azabache lo que significa que si la azabachería es una tradición secular lo es también un comercio secular. El azabache que se talló en Galicia (y en otros puntos como León) procede de Asturias donde hubo una importante industria relacionada con este carbón. De hecho, se obtiene en sedimentos de edad jurásica del centro y oriente asturiano. El azabache procede de la fosilización de plantas extinguidas hace 65 millones de años, las protopináceas, además de otras del grupo de las araucarias.
De Asturias, el azabache, migró hacia León (hay una calle en el barrio Húmedo que se llama Azabachería en alusión gremio que ahí se asentó) y hacia el Camino de Santiago, en dirección a Santiago de Compostela. Ahí, en el siglo XIII hubo una concesión real por parte de los reyes de Asturias (Galicia perteneció al reino asturiano, lo mismo que León) por la que el gremio de los «concheiros» (los que comerciaban con conchas de vieira) podía tallar y comerciar con el azabache.
Hoy en día el azabache santiagués no procede de Asturias. Su explotación se acabó en (más o menos) 1919. Actualmente viene de Turquía.
Toda una antigua y vistosa tradición de la que emanan objetos que puedes lucir.

