Ventana al mar. Una obra de Francisco Pazos en el paseo marítimo de O Portiño (La Coruña)

Francisco Pazos Martínez -«Paco Pazos, en los ambientes»- es escultor. Escultor es un término que, bajo mi visión, se le debe aplicar sensu lato ya que no solo esculpe sino que transforma los más variados materiales. Los moldea a su imagen y semejanza.

El pasado 31 de julio la fotógrafa coruñesa María Porta y yo nos acercamos a O Grove para recoger una exposición que mantuvimos allí. Nos acompañaba mi esposa y «juntos, pero no en revuelto», tal como se titulaba la exposición recién recogida, nos acercamos al taller de Paco Pazos en Cobas (Meaño, Pontevedra).

Creo que nunca había visitado el taller de un escultor y me apetecía realizar la visita. Además, Francisco Pazos es una persona cordial que se abre al visitante. De esta manera recorrimos el taller viendo, con calma, sus piezas escultóricas. El granito, el yeso, la madera, el bronce, el cobre y el hierro están presentes e integrados en sus obras. Es un espacio amplio pero colapsado por la abundancia de obra.

 La abundancia de obra tiene una explicación ya que Paco Pazos es una persona disciplinada y constante. Pasa el día en su taller y aplica la máxima de Picaso que reza: «La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando«. No es de extrañar, por tanto, que tanta dedicación y esfuerzo produzcan su flujo creativo.

Si el interior del obradoiro estaba repleto de obras, el exterior, la zona ajardinada, es prima hermana. Del césped brotan esculturas por toda el área. Un púlpito, menhires, gaiteiro, bosque, setas, etc. etc… conforman un paisaje conceptual en el que los elementos se integran en el entorno.

El terreno donde se localiza el taller-obradoiro de Paco Pazos es amplio y, en su centro, se ubica un chalé de tres plantas. Un chalé de un escultor en su propio terreno no debe confundirse con alojamiento. Nada de eso ya que está destinado única y exclusivamente a un centro de exposición de su obra. Más bien es un templo o un museo en el que se ubican elementos dispares de su producción artística: esculturas, tallas, etc… y, en algunas paredes, unos elementos que no sabría discernir de qué se tratan. Están a caballo de la pintura y más hacia el suelo de la escultura. Lo que sí, una pequeña colección de ellos, me llamó especialmente la atención por el reduccionismo conceptual que representan. Son tablas de madera pintadas linealmente en una escala de grises. Una primera mirada a distancia me hizo el efecto de que eran fotografías, pero nada más lejos de la realidad.

Una de las maravillosas obras de Paco Pazos. El concepto y la reducción crean un efecto realmente impactante.

El tiempo pasó rápido entre las explicaciones de Paco Pazos, la charla, la observación y la fotografía. De hecho aproveché para fotografiar al artista en algunas situaciones (una de ellas un retrato). También, como no, fotografíé a María Porta (amiga personal de Paco) bien en conjunción astral con él o en solitario. Fruto de ello son las siguientes fotos:

María Porta y Francisco Pazos reflejados en un espejo obra del escultor.

Todo lo bueno se acaba y, además, su tiempo se hace rápido. Agradezco a Francisco Pazos su gentileza de recibirnos y hacer de cicerone a través de su mente reflejada en objetos. Realmente todo un lujo. Gracias.

«El ejército de ninguna parte…» – Me recuerda el ejército de terracota del Mausoleo del Primer Emperador Qin. ¿Un ajuar?.